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Un escándalo de gran magnitud sacudió a la política argentina tras la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández por violencia de género.

La prensa tuvo acceso a fotos y chats del expediente judicial, en los cuales la ex primera dama mostró pruebas de los golpes recibidos por parte del ex presidente durante agosto de 2021, en plena pandemia de coronavirus. En las imágenes, se vio a Yañez con moretones en el brazo y la cara, evidencias que envió a Fernández en mensajes donde reprochó su conducta violenta.

La denuncia incluyó capturas de pantalla de conversaciones en las que Yañez confrontó al ex mandatario, diciéndole: «Esto no funciona así todo el tiempo me golpeás. Es insólito». En respuesta, Fernández intentó minimizar la situación, sugiriendo que dejara de discutir. Estos intercambios expusieron una relación marcada por el abuso y el poder desmedido, desatando un debate sobre la violencia de género en los niveles más altos del gobierno.

La revelación de esta denuncia generó una ola de indignación y puso en el centro de atención la importancia de proteger a las víctimas y asegurar que se haga justicia. La noticia abrió un debate público sobre cómo la violencia de género puede manifestarse incluso en las esferas de poder más altas, y la necesidad urgente de abordar y combatir este problema de manera efectiva.