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En Argentina, 4 de cada 10 jóvenes de entre 25 y 35 años continuaron viviendo con sus padres o abuelos debido a la dificultad de acceder a una vivienda propia.

Esta problemática afectó a 2,3 millones de personas, reflejando una situación que se mantuvo constante en el país durante las últimas dos décadas. La crisis económica recurrente obstaculizó la capacidad de planificación a largo plazo, y, aunque muchos jóvenes completaron estudios universitarios o lograron conseguir empleos formales, esto ya no garantizó el acceso a una vivienda.

Según un informe de la Fundación Tejido Urbano, en 2024, el 35% de los jóvenes no pudo emanciparse, lo que representó cerca de 2 millones de personas. La falta de oportunidades económicas y la inflación persistente complicaron aún más la situación, haciendo que la independencia se volviera un sueño cada vez más lejano para gran parte de la juventud argentina. A pesar de los esfuerzos por mejorar el acceso a la vivienda, la realidad mostró que el camino hacia la emancipación seguía siendo cuesta arriba para millones de jóvenes en todo el país.