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La compañía NanoFlowcell, con sede en Suiza y Liechtenstein, sorprendió al mundo con un innovador descubrimiento: el uso de «agua salada» como fuente de energía para vehículos sustentables.

Este avance fue posible gracias al desarrollo del electrolito bi-ION, una solución salina especialmente formulada que, aunque no es exactamente agua de mar, está estrechamente relacionada. Esta solución permite generar la electricidad necesaria para que los vehículos eléctricos funcionen, reemplazando así a las baterías tradicionales.

El vehículo que representa esta tecnología se llama Quantino, un auto que utiliza dos tanques de fluidos iónicos, uno cargado positivamente y otro negativamente. Estos fluidos se combinan en una celda de flujo, generando la electricidad que impulsa el motor del vehículo. Lo novedoso de este sistema es que no depende de combustibles fósiles ni de las costosas y pesadas baterías de litio que actualmente dominan el mercado de los autos eléctricos.

El descubrimiento de NanoFlowcell abre la puerta a una nueva era en la movilidad sustentable, donde el impacto ambiental se reduce significativamente y la dependencia de recursos limitados como el petróleo o el litio podría quedar en el pasado. Si bien la tecnología aún está en desarrollo, la posibilidad de que el agua salada se convierta en el combustible del futuro genera grandes expectativas en la industria automotriz y entre quienes buscan soluciones más amigables con el medio ambiente.