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El parlamento italiano sancionó una normativa que impide la comercialización de productos creados a partir de células animales sin sacrificio real.

Italia se convirtió en la primera nación del mundo en poner un freno legal a la carne de laboratorio. El gobierno de Giorgia Meloni impulsó esta medida bajo el argumento de que los alimentos sintéticos representan una amenaza para la dieta mediterránea y el sistema agrícola tradicional. La ley impuso multas de hasta 60.000 euros para las empresas que intenten producir o importar este tipo de comida.

Para entender el tema de forma simple, la carne de laboratorio no viene de un animal criado en un campo, sino que se fabrica multiplicando células en tanques de acero. Aunque sus defensores aseguran que es una opción más ecológica porque no requiere matar animales ni usar tanta agua, el sector ganadero italiano celebró la prohibición. Ellos consideraron que la comida procesada artificialmente carece de los nutrientes y el valor cultural que tiene la producción natural.