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Un guardia de la Alcaidía Provincial en La Rioja ha sido arrestado por apremios ilegales tras un valiente testimonio de un detenido. Las denuncias de golpes en el centro de detención han destapado un problema que afecta a muchos reclusos.

La historia comenzó cuando un detenido, bajo custodia en la Alcaidía de la provincia de La Rioja, solicitó su traslado al Servicio Penitenciario Provincial. ¿La razón? Según su abogada defensora, el hombre afirmó haber sido víctima de reiterados abusos físicos por parte de los agentes policiales encargados de la seguridad de los internos.

La solicitud de traslado fue atendida de inmediato por el Juzgado Federal de La Rioja, y el recluso fue transferido el mismo día. En la sede de la fiscalía, el detenido relató su experiencia y señaló a los oficiales que lo habían golpeado. Se tomaron medidas de prueba, incluyendo informes médicos que confirmaron las lesiones sufridas.

La situación tomó un giro drástico cuando se solicitó una inspección ocular en la Alcaidía de la Policía de la Provincia de La Rioja. Durante la inspección, el denunciante reveló que los golpes eran resultado de tensiones entre las guardias de la Alcaidía, ya que un grupo buscaba que los internos acusaran a otros. Los abusos, que ocurrieron cada 48 horas durante tres meses, tuvieron «consecuencias psicológicas traumáticas», según el denunciante.

Lo más inquietante es que el denunciante afirmó que esta práctica no era única en su caso. Muchos detenidos, tanto bajo custodia de la justicia federal como provincial, padecían abusos similares, pero por temor a represalias, no se atrevían a denunciar.