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Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, ordenó la ejecución de 30 funcionarios.

Según medios surcoreanos, como la cadena TV Chosun, los funcionarios fueron responsabilizados por no haber evitado las devastadoras consecuencias de las lluvias, que resultaron en la muerte de más de 4.000 personas y numerosos deslizamientos de tierra. El líder norcoreano supervisó personalmente la respuesta a estas catástrofes naturales y, al considerar insuficiente la actuación de estos funcionarios, decidió tomar medidas extremas.

La dictadura de Kim Jong-un es conocida por su dureza y falta de tolerancia frente a los errores de sus subordinados. Las ejecuciones de funcionarios no son un hecho aislado en el régimen, sino una práctica común para mantener el control y la lealtad en el gobierno. Las fuertes lluvias, que afectaron gravemente al país, generaron una situación crítica que no fue manejada de manera efectiva por las autoridades locales, lo que desató la ira del líder.

Este nuevo episodio en Corea del Norte vuelve a poner en evidencia la severidad del régimen y la forma en que se imponen castigos drásticos ante cualquier fallo. Las consecuencias de estas decisiones no solo impactan a nivel político, sino también en la percepción internacional del país.