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El nuevo diseño del billete de $10.000 generó un problema que ya todos notaron: su parecido con el billete de $2.000 es enorme, lo que causa errores y enojo en comercios y bancos. Un diputado nacional pidió formalmente al Banco Central que corrija el diseño para que el dinero sea fácil de usar.

La similitud pasa por el color, y esto es clave. El diputado Oscar Agost Carreño explicó que los billetes de $2.000 y $10.000 comparten colores rosados y rojizos. Esto rompe con la regla básica de diseño de billetes, donde cada valor debe tener un color bien distinto para que cualquiera lo identifique de forma rápida, incluso con poca luz o a distancia.