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Investigadores de Asia desarrollaron una piel artificial que imita el sistema nervioso humano, permitiendo a los robots experimentar sensaciones de «dolor» para su autoprotección.

Científicos de las universidades de Hong Kong y Shanghái dieron un gran paso en el desarrollo de la robótica al crear una «piel neuromórfica» para robots humanoides. Esta piel especial está diseñada para sentir, de una manera muy parecida a como lo hacen los humanos. Su estructura se inspira en las terminaciones nerviosas que tenemos en nuestra piel, y cuenta con sensores que vigilan constantemente la presión que reciben en diferentes puntos.

La idea principal de darle «dolor» a un robot es que aprenda a cuidarse. Si un robot está realizando una tarea y su piel detecta una presión excesiva o un golpe fuerte, el sistema puede ignorar sus órdenes actuales y priorizar su propia seguridad. Esto significa que podría apartarse de un peligro, cambiar de posición o incluso apagarse para evitar daños mayores, algo fundamental para garantizar que el robot siga funcionando correctamente y de forma segura a largo plazo.