a

Menu

Un grupo de presos utilizó redes sociales para extorsionar a personas fuera de prisión, creando cuentas falsas y ganándose la confianza de sus víctimas.

A través de estos perfiles, compartían contenido erótico y convencían a sus objetivos de hacer lo mismo. Luego, con ese material en su poder, los extorsionaban para obtener dinero. Los detenidos no operaban solos; sus parejas, dos mujeres que vivían en la ciudad de Bolívar, eran las encargadas de recibir el dinero producto del chantaje. Mientras los presos ejecutaban el plan desde adentro, sus cómplices manejaban la logística afuera.

Tras una investigación, ambas mujeres quedaron detenidas. El modus operandi del grupo aprovechaba la vulnerabilidad de las personas en redes sociales, generando una cadena de víctimas que caían en la trampa. Este caso puso en evidencia cómo los reclusos podían, a pesar de estar tras las rejas, coordinar operaciones ilegales desde dispositivos móviles. El uso de cuentas falsas y la manipulación de contenido íntimo fue clave en el esquema de extorsión que terminó desmantelado tras la detención de todos los implicados.