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María Branyas, conocida por ser la persona más longeva del mundo, falleció a la edad de 117 años.

Nacida el 4 de marzo de 1907 en San Francisco, California, Branyas pasó sus últimos años en una residencia en Olot, Girona, donde vivió hasta su último día. Su vida fue un testimonio de resistencia y longevidad, y su muerte marca el fin de una era. Durante su vida, fue objeto de estudios científicos debido a su asombrosa capacidad para vivir tantos años en buena salud. El investigador Manel Esteller, quien tuvo acceso a su ADN, descubrió que la longevidad de Branyas se debía a su “buen genoma”.

Entre las variantes genéticas que la favorecían, se encontraban una menor inflamación crónica y una eficaz reducción calórica. Estas características, según los científicos, le dieron una ventaja evolutiva que le permitió vivir más que cualquier otra persona en el mundo. Su historia no solo fue destacada por su edad, sino también por la fuerza y lucidez que mantuvo hasta el final. La partida de Branyas deja un vacío en la comunidad científica y en todos aquellos que siguieron su historia, y su legado de longevidad seguirá inspirando a futuras generaciones. El mundo despide a una mujer que desafió al tiempo.