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En Francia permiten casarse post mortem desde 1803, con aprobación presidencial, si se demuestra voluntad clara del difunto; hoy se tramitan decenas por año.

En Francia existe una práctica legal que permite casarse incluso después de la muerte del futuro cónyuge. Se trata del matrimonio post mortem, vigente desde el 17 de marzo de 1803, tras la ley nº 59‑1583, y diseñada para proteger a viudas de guerra.
Un vínculo legal aprobado por decreto presidencial que valida un contrato matrimonial firmado solo por uno de los novios, cuando el otro murió antes de la ceremonia.


Solo el Presidente de la República puede autorizarlo, tras un trámite que incluye estudios del expediente por la Justicia, el Ministerio de Justicia, y una evaluación judicial y familiar.
La familia o quien iba a casarse presenta pruebas: cartas, testigos o compromisos, para demostrar la intención clara del fallecido. Si se cumple, se dicta un decreto. La ceremonia es simbólica, con foto del muerto y lectura del acta presidencial