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El sistema penal neerlandés priorizó rehabilitación, suspendió largas condenas y optó por servicios comunitarios; así bajó la cantidad de internos y liberó espacio carcelario.

En las últimas dos décadas, Países Bajos logró reducir su población carcelaria en más del 40 %, cerrando al menos 20 cárceles gracias a una política judicial que priorizó la rehabilitación, con condenas más cortas, servicios comunitarios y suspensión de penas

Este descenso llevó a que numerosos establecimientos quedaran prácticamente vacíos. En un movimiento sin precedentes en Europa, Países Bajos decidió alquilar celdas vacías a Bélgica y Noruega. En la prisión de Norgerhaven, ubicada al norte, hoy conviven 242 presos noruegos en una infraestructura que días atrás estaba desierta.