Una situación de grave riesgo se vivió en la terminal de ómnibus de Córdoba capital, cuando se descubrió que el micro de un viaje de egresados no estaba en condiciones y que cuatro de sus choferes habían consumido alcohol.
La alerta se disparó gracias a la organización de los padres de los estudiantes. Ellos solicitaron al municipio, con anticipación, que realizara un control de alcoholemia y chequeo técnico a la unidad de la empresa privada. El primer control, efectuado a las 9:00, fue un golpe: los dos choferes iniciales dieron positivo en el test y el colectivo asignado no cumplía con los requisitos técnicos de seguridad.
